El jamón ibérico es un producto natural que tiene un tiempo determinado para consumirlo antes de que pierda sus propiedades o se estropee. Cuando se adquiere una paletilla o un jamón ibérico y su consumo no va a ser inmediato, surgen dudas de cómo conservarlo correctamente. Una de las preguntas que nos realizan con mayor frecuencia es saber si se puede congelar el jamón.
Aunque la mayoría de los alimentos soporta una congelación casera, no es el caso del jamón ibérico, para el que el uso del congelador está totalmente desaconsejado por diferentes motivos. El primero de ellos es que los métodos de congelación caseros no tienen nada que ver con los industriales y la cadena de frío no es la adecuada.
La congelación conlleva varios inconvenientes importantes, como la formación de trocitos de hielo, que al descongelarse merman la calidad de la pieza. Por otro lado, está demostrado que este proceso arrastra consigo nutrientes del jamón, alterando el aroma, color, textura y sabor de la carne. También hay que tener en cuenta que la grasa del jamón se oxida durante la congelación, perdiendo también sus propiedades y sabor.
Si a todo lo anterior añadimos que el proceso de descongelación casero tampoco reúne las condiciones óptimas, seguramente el jamón que obtendremos después de descongelarlo no tendrá nada que ver con nuestro delicioso jamón inicial.
Por todo esto, nuestra recomendación es que si el jamón no se va a consumir de inmediato, ni se va a cortar con cierta frecuencia, lo mejor es envasarlo al vacío. De este modo, se conserva de una manera limpia y sin oxígeno, evitando el deterioro de la carne y manteniendo sus propiedades intactas.
Dependiendo del uso que se le vaya a dar se puede envasar ya loncheado o por piezas más grandes. Independientemente de los hábitos de consumo de cada persona o familia, lo importante es que se conserve de forma óptima para poder disfrutarlo en cualquier momento y desestimar, en cualquier caso, congelar el jamón.
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